Saturday 19 May 2012

POST XIII - Rambo (continuado)

          Con ojos como dos lunas y la boca como un tiburón, el pequeño infectado intentaba llegar a mí. Supongo que era un plato más suculento que Rambo, ya que la mujer comenzó a ceder. Aún sentada, el niño la arrastraba de a poco detrás de sí. El perro retomó sus ladridos y yo me dispuse a lidiar con mi atacante. Dejé que se acercara, hasta estar a unos dos metros. Luego, aprovechando su limitada movilidad, le propicié una patada violenta en la cabeza. La criatura calló al suelo, pero su madre aún le tenía cogido por la mano. Puse mi zapatilla de baloncesto sobre su boca mientras él se retorcía, y le clavé el cuchillo en la frente, asegurándome de llegar al cerebro. Mi María me enseñó cómo despacharlos.
El niño dejo de moverse y se unió a su madre, dondequiera que estuviera la pobre.
-¡Shh, Rambo! Ya ha pasado todo.
Limpie la sangre del cuchillo en la ropa del pequeño y me acerqué al husky siberiano, que no paraba de ladrar. Sin embargo su postura no era agresiva… parecía querer comunicarse. Me arrodillé frente a él y, con el arma en la mano, me dispuse a sacrificarlo. Fue entonces cuando me lamió la cara una, dos, tres veces. Lo miré frunciendo el entrecejo, mientras él devolvía mi mirada y giraba su cabeza hacia un lado. Un ladrido y otra lamida de cara fue todo lo que hizo falta para que Rambo se convirtiera en mi nuevo compañero de piso.

Mientras escribo esto, el cabrón está mordiendo el mando del DVD. Creo que ha entendido que lo de ladrar no es parte del acuerdo. ¡Qué gilipollas! Ahora se tira él mismo el mando, para luego ir a buscarlo. Joder, necesitaba esto… sonreír. Honestamente no recuerdo cuándo fue la última vez que lo había hecho.

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